El poder de una maqueta

01/05/2014
Autor: Miguel Ángel García Escobar

Hace unas semanas un cliente llegó a la oficina y quería que le diseñemos su casa.

Nuestro cliente es un señor ya grande, empresario, y que vive ahora con su esposa. Sus hijos son grandes y ya no viven con él, por lo que sus necesidades de vivienda son diferentes, y compró un terreno para hacer su casa nueva. El señor compró un terreno muy grande para lo que necesita, y lo peor, demasiado empinado. Tiene cerca de 20 metros de desnivel en 40 metros de longitud aproximadamente. En desnivel descendente. Un buen reto sin duda.

El señor llega con nosotros y nos pide que le diseñemos su casa como él tiene en mente. Quiere 3 pisos: sala-comedor-cocina y recamara principal a nivel de calle; 2 recamaras en el piso superior, y una sala de juegos en el sótano, del cual se pudiera salir a un jardín. Analizamos la propuesta, y con nuestra experiencia y pericia vemos que esa no es una buena opción. Sería mejor un piso a nivel de calle y dos sótanos, más que nada por la configuración del terreno. Tener un jardín en el sótano 1 requiere de un relleno considerable. En cambio si se pasa el jardín al sótano 2, el relleno baja 4.5 metros. (ah, porqué el señor quiere 4.5 metros entre pisos, una casa regular utiliza 3 a 3.5 metros.

Total que hacemos la propuesta y que terminamos la propuesta e invitamos al cliente a que venga a ver lo que elaboramos.

Habíamos hecho un levantamiento del terreno y con él, hicimos un modelo en 3D, en ArchiCAD. En el modelo 3D se puede apreciar la dificultad de lo que es su terreno. Tratar de hacer una plataforma para su jardín es una tarea que ocuparía un muro de contención muy alto y terminaría viéndose como una de las casas patonas que abundan en Monterrey.

Sin embargo para ser un primer acercamiento no nos parecía tan descabellada la solución que propusimos y lo invitamos a una junta.

-¡Esto no fue lo que pedí!, ya empezamos mal. -nos dijo el cliente, no habían pasado ni dos minutos de que había empezado la junta. -Les pedí claramente que quería las recamaras las quería en la planta alta, ¿para que las quiero en un sótano?

El cliente se paró, y se fue. No se dio el tiempo de analizar la propuesta. No duró ni 5 minutos esa junta. Fue un desastre.

Honestamente, no me sentí mal, en la escuela te enseñan a tratar con la dura critica, y este cliente no era peor que algunos de mis maestros. Sin embargo, nuestro acercamiento no había sido el correcto si el cliente se había parado sin ver ni escuchar la propuesta. Algo habría que hacerse a la junta siguiente.

Preparamos la nueva propuesta acatando los lineamientos que nos había indicado, pero yo seguía pensando que muy probablemente nos echaría de la junta nuevamente. Y ahí se me ocurrió. Lo mejor que podemos hacer en este caso, sería una maqueta. Un objeto tangible que no pudiera evitar, que le sugiera curiosidad tal, que se diera el tiempo de acercarse y ver cual sería la mejor opción para solucionar su problema de vivienda. Así que lo hice. De cartón para no gastar mucho, pues la maqueta no estaba cotizada dentro del proyecto. Y a una escala 1:200, algo chica para el tamaño del terreno. Pero cumplía con su función. Mi jefe estaba algo escéptico.

No muchos días después, por la mañana, aún no terminaba las modificaciones y me avisan que teníamos la junta al medio día. Los clientes no esperan. Prepare mis cosas pero esta vez con un enfoque diferente. En vez de llevar presentación, llevamos los planos impresos, la maqueta y el escalimetro. No sabía que esperar. Mi maqueta no era muy buena (era de estudio) y yo solo llevaba el terreno, originalmente quería poner la propuesta sobre de él para que la notara mejor, pero no había dado tiempo.

Llegamos, nos saluda y nos pasa a su oficina. Una oficina grande sin duda, decorada con paneles de madera, y muebles de la misma. Ponemos todo en la mesa mientras él cierra la puerta.

-guar is dat? -Voltea y nos dice, en un inglés pocho y burlón.

-Es un modelo de su terreno señor.

-¿ah sí?

-sí, mire, esta es la calle inferior y esta es la calle del frente de su terreno, cada cartón sube 75 cm ... Y empezamos a explicarle.

Quedó fascinado. Pasamos cerca de 1 hora hablando del terreno, de porque lo compró, de la dificultad que implicaba, de la lana que podía perder, hasta antes de pasar a la propuesta. Usamos los planos para enseñarle la propuesta y que viera medidas, que resultaron ser mas chicas de lo que él esperaba. Y hasta el final, pasamos a ver el modelo en la computadora, ahora que ya había entendido el terreno y la propuesta. Verlo en la computadora fue la cereza del pastel, más que el pastel mismo. Ahora entendió la propuesta general, y se dio cuenta que la opción que le habíamos presentado en la junta pasada, tenía mucho sentido. Y nos dijo que la retomáramos. Al final salió mucho mejor de lo que había esperado. El proyecto sigue en proceso y ya les contaré en que continúa. Y el cliente se llevo la maqueta, que ni está tan presentable, pero dijo que le serviría con su esposa.

Lecciones aprendidas

1. No comprar terrenos tan empinados.

2. Si el cliente tiene una visión de lo que quiere cumplirla, y asesorarle en que sería mejor, no entregarle una propuesta diferente.

3. Una muestra física (como la maqueta) es un medio de expresión más efectivo que uno virtual.